lunes, 2 de enero de 2012

Valoración del nuevo Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. ¿El medio ambiente es enemigo de la economía?.

La estructura ministerial siempre tiene un valor simbólico que dice mucho de las prioridades de los gobiernos y de las políticas que van a poner en marcha. Por eso, es importante conocer la configuración de la organización administrativa que va a definir los objetivos medioambientales de los próximos años.


La nueva estructura ministerial tiende a reforzar del peso del Ministro en el área agrícola y deja una espacio de decisión en lo medioambiental encomendado a la Secretaría de Estado. Esta estructura, unida a su perfil y marco de la acción de gobierno en su conjunto, nos sitúa ante un Ministerio que priorizará la actividad económica y que las decisiones político-administrativas ambientales pueden diluirse en el entramado del nuevo Ministerio. Esperemos que la nueva Secretaría de Estado tenga los recursos humanos y el peso político necesario para poder afrontar los conflictos que puedan surgir internamente.

Tenemos el reto de continuar demostrando y convencer de que la conservación del medioambiente no es una política superficial y estética en tiempos de crisis, sino que es el fundamento del bienestar de la sociedad.

Un nuevo Ministerio, nueva denominación

Como es públicamente conocido, la reestructuración de los departamentos ministeriales ha significado la fusión, modificación o desaparición de ministerios en función de los objetivos políticos del nuevo gobierno. Esto es lo que sucede con el nuevo Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.


Este Ministerio, como sugiere su denominación, tiene encomendada la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de recursos agrícolas, ganaderos y pesqueros, de industria agroalimentaria, de desarrollo rural; y la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de medio ambiente (art. 11 RD 1823/2011).

De entrada, destaca en el cambio la nueva denominación y nos orienta sobre el perfil que pueda tener su trayectoria. Pasado el sobresalto que supuso la fusión en el 2008 de los Ministerios de Medio Ambiente y Agricultura, el cambio implica profundizar en el desequilibrio de poder entre las diferentes orientaciones del macroministerio.

El frankenstein ministerial creado con el MMARM tuvo, sin embargo, sinergias interesantes como las creadas entre la Dirección de Medio Natural y la Dirección de Desarrollo Rural. La orientación de la gestión de actividades económicas acordes con los sistemas ecológicos son fundamentales tanto para crear calidad de vida para la población como para el mantenimiento de la naturaleza. Sin embargo, el conflicto -irresoluble hasta el momento- surge cuando la orientación de las actividades agropecuarias tienen una finalidad exclusivamente productivista. Lo mismo puede decirse de las decisiones sobre la gestión del agua que se encuentra en el mismo dilema.

Dos conceptos de estructura ministerial: órganos operativos y órganos superiores.

En la Administración General del Estado (AGE) se ha venido diferenciando entre órganos operativos o ejecutivos (aquellos que ejecutan las políticas públicas) y órganos de línea (los que facilitan los medios o recursos materiales y humanos para que los órganos operativos actúen).

Otra clasificación de los altos cargos en la AGE que nos puede clarificar es la aquella que diferencia entre órganos superiores y órganos directivos. Corresponde a los órganos superiores establecer los planes de actuación de la organización situada bajo su responsabilidad y a los órganos directivos su desarrollo y ejecución (art. 6.8 LOFAGE). En la AGE central son órganos superiores los Ministros y los Secretarios de Estado y órganos directivos, los subsecretarios y secretarios generales, los secretarios generales técnicos y directores generales y los subdirectores generales.


Dentro de estas coordenadas deben situarse las Secretarías de Estado, pues se caracterizan por ser órganos operativos y órganos superiores. Por tanto y, sobre todo, por este último rasgo son esa parte de la administración a caballo entre lo político y lo administrativo pues son el gozne junto con los Ministros entre la institución del Gobierno y de la Administración General del Estado. Por ese motivo, la existencia de una Secretaría de Estado configura una figura de marcado perfil estratégico muy ligado al establecimiento político de prioridades y con un margen de maniobra del que carecen las Secretarías Generales, netamente administrativas y ejecutivas.

La organización administrativa ambiental. De organismo autónomo a Ministerio.

La organización administrativa de las funciones medioambientales ha evolucionado con la importancia que cada vez más han tenido los problemas ambientales y su percepción por la sociedad.  La organización ambiental prácticamente ha tenido casi todas las caracterizaciones orgánicas: organismo autónomo (como ICONA, 1971), Dirección General (1977), Secretaría General (aprox. 1988) y Secretaría de Estado (aprox. 1993).

La creación del Ministerio del Medioambiente en 1996 marcó un hito en las políticas medioambientales al configurar organizativa y simbólicamente un departamento ministerial encargado de esta área política.  Con ello se consiguió a mi juicio un mayo volumen de recursos y una mayor especialización y profundidad de las acciones.

El Ministerio de Medio Ambiente se estructuró en los siguientes órganos superiores y centros directivos:
·         La Secretaría de Estado de Aguas y Costas,
·         La Secretaría General de Medio Ambiente,
·         La Subsecretaría de Medio Ambiente,

En el 2004, se modificó esta estructura al eliminar la Secretaría de Estado, creándose en su lugar una Secretaría General:
·         La Secretaría General para el territorio y la biodiversidad
·         La Secretaría General para la prevención de la contaminación y el cambio climático
·         La Subsecretaría de Medio Ambiente,

La fusión de Ministerios y la posible disolución ambiental

Cuando se anunció en el 2008 que se fusionarían el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación con el Ministerio de Medioambiente, aparecieron las primeras voces de alarma de que algo iba a suceder en las prioridades políticas. Bajo la idea de integrar el medioambiente en otras políticas, implícitamente parecía fortalecerse la idea de que en época de crisis la legislación medioambiental imponía unas limitaciones excesivas a la actividad económica y debía controlarse este exceso.  

La fusión de los Ministerios mantenía el nombre de Ministerio de Medio ambiente, Medio Rural y Marino, con la idea de que el medio rural era más que la realización de actividades económicas, puesto que también implica aspectos sociales y culturales.

La estructural ministerial bipolar se mantendrá con la creación una compleja organización para lo que hasta el momento era conocido en el sector:
a.       La Secretaría de Estado de Cambio Climático.
b.      La Secretaría de Estado de Medio Rural y Agua.
c.       La Subsecretaría de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino.
d.      La Secretaría General del Mar, con rango de subsecretaría.

La nueva organización conocida en las recientes semanas da un giro más en esta fusión y aparentemente va más allá al destacar las actividades económicas en detrimento de las competencias ambientales.

La remodelación del Real Decreto 1823/2011, de 21 de diciembre, dispone que, como órgano superior, se crea la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y se suprime la Secretaría de Estado de Cambio Climático y la Secretaría de Estado de Medio Rural y Agua.

Valoración final

Expuesta la estructura de los órganos superiores, todavía tienen que desarrollarse los órganos directivos. En esta provisionalidad, podemos entrever que las decisiones del Ministro de marcado perfil agrario serán directamente ejecutadas por los órganos directivos que están directamente a su cargo y que las del área de medio ambiente son definidas por el Secretario de Estado del que a su vez dependerán las Direcciones Generales oportunas.

Desde mi modesto punto de vista, este reforzamiento del peso del ministro unido a su perfil y marco de la acción de gobierno en su conjunto, nos sitúa ante un Ministerio que priorizará la actividad económica y que las decisiones político-administrativas ambientales pueden diluirse en el entramado del nuevo Ministerio. Esperemos que la nueva Secretaría de Estado tenga los recursos humanos y el peso político necesario para poder afrontar los conflictos que puedan surgir internamente.

Desde el comienzo de la crisis tenemos planteado un reto de base para mantener las políticas de conservación del medioambiente: fundamentar que la conservación del medioambiente no es una política exclusivamente de sociedades opulentas sino que enraíza precisamente en su mantenimiento estable y a largo de plazo .

Debemos superar la idea de que la conservación es enemiga de la economía. Como concluye el informe “Evaluación de los ecosistemas del milenio en España”: El futuro social, cultural y económico de la población española depende en gran medida del buen funcionamiento de sus ecosistemas y de su biodiversidad, de servicios esenciales de abastecimiento como alimentos o agua limpia, de servicios de regulación como la calidad del aire y del agua o el control de la erosión, y de servicios culturales como el conocimiento ecológico local, la identidad cultural o el turismo de naturaleza.

4 comentarios:

  1. Gran entrada Antonio. Parece que las tendencias son las de la productividad insostenible.

    Un saludo.

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  2. Hola,la entrada es muy interesante por lo que me gustaría comentar dos cosas:

    Primero, no comparto la visión de que han existido interesantes sinergias entre las DGs de desarrollo rural y medio natural, creo que no es una apreciación acertada.

    Segundo, recientemente se ha conocido que la políticas forestales salen de la DG Medio Natural y se unen a Desarrollo Rural, lo que supone una rotura del tradicional modelo ICONA (montes+conservación). Será interesante ver cómo evoluciona este asunto.

    saludos

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    1. Buenos días,
      Muy acertado el apunte para hacer el seguimiento a la política forestal.
      El punto sobre el que tene enfoques distintos es la de la relación entre DGs de desarrollo rural y natural. Personalmente la percibía en la buena sintonía personal entre los dos responsables. La buena relación y, en consecuencia, colaboración estrecha de las DGs se demostró en las jornadas sobre Gobernanza territorial organizadas en Valsaín (Segovia) y también se pudo percibir en la organización coordinada de los trabajos que desembocaron en la aprobación conjunta de la ley 42/2007 de patrimonio natural y 45/2007 de desarrollo rural, ambas de 13 de diciembre.
      Son indicios por lo que podría valorar nuevos aportes.

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